Construir comunidad: el verdadero motor que ha transformado mi camino

A lo largo de mi vida he entendido algo que cambió por completo la forma en la que avanzo: nadie crece en soledad. Podemos ser fuertes, decididas y persistentes, pero el impulso más poderoso llega cuando caminamos acompañadas. Cuando una mujer comparte lo que sabe, lo que ha vivido o incluso lo que ha sufrido, abre la puerta para que otras también puedan avanzar.

Para mí, la comunidad no es un concepto abstracto. Es algo que vivo todos los días. La he visto nacer en reuniones pequeñas, en talleres, en conversaciones improvisadas, en manos extendidas cuando parecía que ya no había salida. La he visto en mujeres que llegan con miedo y salen con convicción. La he visto en miradas que recuperan luz después de sentirse perdidas. Y también la he visto en mí misma.

Formar parte de una comunidad significa reconocer que nuestras historias se entrelazan. Que cuando una de nosotras encuentra claridad, esa claridad ilumina a muchas más. Que cuando una levanta la voz, otras encuentran el valor para hacerlo. Que cuando una decide emprender, sanar, aprender o reconstruirse, se vuelve evidencia de que sí es posible.

En Mujeres Transformando a México, he acompañado a mujeres que, además de buscar independencia económica, buscan un espacio donde se les escuche sin juicio y se les trate con dignidad. Ahí comprendí que la comunidad no solo sostiene: también transforma. No solo acompaña: también impulsa. No solo abraza: también despierta.

Mi propósito en este espacio es seguir fortaleciendo esa comunidad. Compartir aprendizajes, abrir conversaciones, acercar herramientas y construir puentes que nos permitan crecer juntas. Sé que cada mujer que llega aquí trae una historia distinta, pero todas compartimos algo: el deseo profundo de estar bien, de avanzar y de encontrar un lugar donde pertenecer sin tener que pedir permiso.

Si hoy te sientes sola, cansada o confundida, quiero que recuerdes esto: perteneces a algo más grande que tus dudas. Hay una comunidad que te abraza incluso antes de que decidas tocar la puerta. Aquí puedes compartir, aprender, equivocarte, volver a empezar y encontrar acompañamiento real.

La comunidad no se construye con discursos; se construye con presencia, con escucha y con pasos firmes, aunque sean pequeños. Yo estoy aquí para caminar contigo, y sé que juntas podemos transformar lo que hoy parece imposible.

Si quieres compartir tu historia o necesitas un espacio para hablar, me encantará leerte:

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Con cariño,

Jessica Oceguera